22 noviembre 2012
de noviembre a noviembre
Estoy sentada ante mi escritorio.
Huele a café recien hecho.
Una luz suave parte de la pequeña lámpara que está en la mesilla.
Desde esta silla, contemplo con ternura, el camino de noviembre a noviembre.
Un recorrido pintando de colores intensos y bellos.
En ese trecho, he tenido que archivar documentos que nunca pensé que estarían en el portafolios de mi vida.
He compartido miradas que se convirtieron en ausencias.
He finalizado un viaje. Solo queda, terminar de poner las fotos en el album, y agradecer su presencia, a todos los que salen en ellas.
Hay un mapa dibujado, puesto en la pared, frente a mí, y en él, he recorrido largas distancias. Y también muy cortas.
Pude compartir, el aprender a pintar las naranjas de palabras y silencios. Y a dejar que la música me alimentase. Eso conforma una fragancia inolvidable.
El largo y cálido verano, dejó una huella profunda. Una brecha abierta que sigo contemplando como parte del paisaje.
Pero también trajo un bálsamo para las heridas, al que recurro cada dia, sabiendo que no se ha de gastar.
He disfrutado otra infancias, otra adolescencia, lo mejor de la juventud y lo dorado y lo gris, del final de la vida.
He querido volver a confiar.
Y he descubierto que a mi alrededor, hay muchas manos de mujer. Que acompañan y que sostienen.
He aprendido a tejer un sueño. Y a dejar que sus hilos me acunen en las noches largas.
Y mientras tanto, sigo confeccionando mi brocado.
Es posible que la lluvia, o el anhelo de tierras verdes, haga que me duela algo dentro, lento en el corazón. Pero he crecido en horizontes y en verdades.
Y también ha crecido, esta pequeña ventana. Eso me permite ver más reflejos del paisaje. Tengo que agradecerte que me ayudaras a agrandarla.
Y si me preguntas "¿has vivido?", podré darte un profundo "sí" .
Porque he amado mucho. Y ese simple hecho, ya da sentido a muchos segundos.
Y también porque he experimentado el dolor.
Y ambas cosas son, autógrafo de vida.
Señales de que me he entregado a ella con rotundidad.