29 octubre 2013

Observas las estrellas a la luz de las farolas
paseando con dioses,
con lunas y universos.

Compartimos esencias
guardadas en pequeños recintos secretos.

Eres mi eco en el silencio.

14 octubre 2013

la escucha del nombre secreto



Dice Gustavo Martín Garzo en su libro "Y que se duerma el mar":
 "Todos tenemos dos nombres: el que nos ponen nuestros padres, y el secreto que nos lo pone Dios"

Sin duda esta ha sido la razón de estos últimos miles de kilómetros recorridos.
Volver a escuchar mi nombre secreto.
Justo en ese momento en que no me daba cuenta de lo transparente que me había quedado.
De improviso y sin esperarlo, él lo pronunció.
Y además añadió: "Debes creértelo"

Y un sabor dulce, metálico, añejo, invadió mi columna, mi boca, mis pies.


Es conveniente vestir la confianza de esa transparencia.
Porque a veces los misterios se vuelven diáfanos y nos dejan contemplar su desnudez.

09 octubre 2013

buscando ecos


He guardado en dos cajas:

          el vuelo de una diminuta libélula,
   el mapa del silencio y el olvido de sí,
               y las palabras no nacidas que tejieron hilos entre islas.
Aquello que te salva, aunque a mí me condene,
                      y las dudas inciertas producidas por la niebla del alma.


        La seda envolviendo cuerpos solitarios desnudos moviéndose en la oscuridad.
        Y esa misma oscuridad, traspasada por la luz de un faro.
        Faro que se yergue en la soledad de la estepa atravesada de estaciones y primaveras,
        de lo oculto y lo evidente.
                                                                                          


Y la lluvia,
efímera para tiempos de otros, perenne para el mío.

           Un cruce de miradas en el desierto
           con olor al agua derramada en otras tierras,
           con el color de la inmensidad y de lo más íntimo.

                                                                     El susurro de las piedras que nos habitan,
                                                                     el sonido de las alas de una mariposa.

También, el pulso de dos latidos.



Ya están en la maleta.
Y yo, lista para el viaje.
Un viaje a mitad de camino de ninguna parte.
Buscando ecos.



 

04 octubre 2013


Recibir lo profundo y eterno
del abrazo de un niño
que se queda pegado a ti durante segundos infinitos...

tiene que ser algo parecido
a lo que se sienta al tocar a Dios