El tiempo pasa sin saberte
y sin embargo sigues siendo cimiento de mis poros y pasos.
Son días de café frente a dolores habitando otros cuerpos y almas.
Nos viven dentro monstruos,
y a veces, nos atrevemos a cincelarlos
y los volvemos transparentes para que nos den la mano.
Otras veces nos viven heridas,
y precisamos bisturí para que no cierren en falso
y supuren nuestras sombras, nuestras cobardías y enganches.
A base de golpes y fuego, soledades y tiempo, de atreverse a mirar demonios y aullidos, de dejar que el silencio meza las palabras y los cabellos, nacen las mejores obras.
Leo a María Toscano, y habla de la piedrecita blanca que cada uno tiene con su nombre grabado desde la eternidad. Y de renunciar al propio nombre para llegar al nombre verdadero.
Copos de nieve
igual de frágiles
igual de diversos
igual de efímeros
somos.
Respiro profundo y agradezco poder contemplar,
posarse o caer,
con tanta belleza vulnerable, que duele la vida transparente que contienen.
Y no puedo dejar de preguntarme, en estos mismos días, quién se parará y respirará tu belleza profunda y helada.