De vez en siento tengo impulsos, que yo misma no sé justificar, y que últimamente, ya no me molesto ni en hacerlo. En ocasiones encuentro la razón que justifica esos impulsos y otras, no.
Esta semana, pasando por delante de un kiosco, sentí "el impulso" y entré a comprar una revista, algo que no suelo hacer, relacionada con temas del cuerpo y la mente, que venía acompañada por un libro. Su título me llamó la atención: "Las palabras que curan".
Eché un vistazo a la revista, ví alguna cosilla interesante y la dejé para leerla cuando tuviera ocasión de ello.
Esta tarde me he acordado del libro. He ido a buscarlo, lo he cogido y lo he abierto por una página al azar.
Y he encontrado la razón de mi impulso.
Y también la del título del libro.
TU RISA
Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.