24 septiembre 2014

movimientos inesperados


Tsunami
Palabra con extrañas resonancias. La suma de una raíz que significa "puerto o bahía" y  de una terminación que significa "ola".
La raíz. Aquello que se aferra, lo que permite crecer, lo que nos nutre, y que aquí, se incrusta en un lugar que resguarda, en un lugar a donde llegar
La terminación, ola. Agua, movimiento, lo que arrastra, te inunda, te hunde. Lo que tiene el poder de sumergirte y conseguir que no sepas donde está tu arriba y tu abajo, donde comenzó tu cielo y cuando acabó tu tierra, si puedes respirar algo de día o tus burbujas se mueven hacia la noche.

¿El cambio, el movimiento, como algo no deseable, como algo que debemos evitar?
Quizá el problema sea nuestra tendencia a asentarnos demasiado en lo que nos resguarda, en un supuesto lugar al que creemos haber llegado.
Cuando en realidad lo que nos alimenta y nos permite estar vivos es ese cambio. Y la capacidad de asumirlo y hacerlo nuestro.

No sé cuantas han sido las olas que en este tsunami particular, me va pasando por encima. Cuantas me han rodeado o llevado a lugares sumergidos y particulares. Creo que llegué a contar hasta quince, y a partir de ahí, decidí que ya no era importante el número, como no lo era tampoco, el lugar en el que estaba.

Lo único que tenía importancia, era mantener los ojos abiertos. 
Conseguir mantener un referente para que las burbujas pudieran continuar con su movimiento hacia el sol.