31 agosto 2013

el largo y cálido verano







                                                            Retengo el sabor de lo cotidiano en la boca

Tiene matices y texturas y mi olor impreso



Aunque a veces no puedo evitar extrañar lo extraordinario que supones



 
 







 










 
 
 
 
 
 


 
 

 












 
 
 





25 agosto 2013

cuando no esté

Cuando ya no esté
quizás recuerdes,
mi inquietud, mi búsqueda, mi confusión a veces,
mi ilusión, mi confianza,
mi amor torpe o quizás
aquel que nunca supe darte,
esa mezcla entre inocencia y promesas no dichas,
las veces que caí y volví a levantarme,
mis pecados cometidos o incluso
los que no fui capaz de atreverme a cometer.

Cuando ya no esté
quizás te quede,
el eco de mi risa en una calle,
mis pies de pato, mi tirabuzón, mis gemelos,
el aroma a vainilla,
los trozos de mí hechos poema,
el subrayado de los libros,
las piedras mudas sobre mi mesa,
las lágrimas corriendo mansas tantas veces,
mis sueños de compartir silencios,
o el sabor del Dios que me acompañó siempre.

Cuando ya no esté
quizás añores,
una tarde de abril,
o aquel chal que no volví a ponerme,
ese día que llenamos las cajas con su ropa y su recuerdo,
o mis ojos de niña con tus trucos de magia,
el arco iris tricolor que recogiste y fue símbolo de tí y de lo vivido,
mi sombra en la cocina entre pucheros para cinco,
los pañuelos blancos recorriendo estepas,
París,
el Pirineo,
la "riviera",
las canciones de niños,
el calor de mi piel cuando naciste,
o el de mi desnudez una madrugada.

Cuando ya no esté
quizás sea bueno que sepas,
que la belleza que busqué
irá a tus manos.
Que ellas sean altar
igual que fueron ofrenda.
Que ellas muestren al mundo mi mirada.

19 agosto 2013

Sobre mí, un océano blanco y gris.
Acogedor.
Atormentado.
Bajo mis pies, un mar de tierra ocre.

Peces semejantes se mueven a mi alrededor, con otro lenguaje, en otra danza.
Me miran y no me reconocen.

Entre mis agallas, crecen dos alas

12 agosto 2013

El aleteo de la espera

La vida nos había encontrado en tiempos de luchas y cruzadas. Cuando las ilusiones forman parte de cada paso dado y se sueña con cambiar algo distinto a nosotros mismos.
En un pequeño bar, lleno de humo, alcohol y vida, me susurró que no recordaba cuando comenzó.
Pero que después de tantos años, sí que sabía identificar muy bien los síntomas: la excitación, el pellizco en el estómago, el ligero temblor de mano al coger las llaves...
También sabía por qué odiaba los domingos. Y las vacaciones. No le permitían llevar a cabo su ritual.


Amaba los instantes previos.
Volver a casa al mediodía. Entrar en el portal...y comenzar a acercarse. Algunos días, muy despacio,  saboreando el momento. Otros, con ansiedad, con rapidez, sintiendo el palpitar del corazón.
Viviendo con intensidad, esos escasos segundos que le daban sentido a cada día.

Abrir el buzón.
Con la misma ilusión que un niño.  Con la misma esperanza que un viejo.
Respirar la espera.
Cada día,  de cada semana,  de cada año.
Esperar...algo.
Lo inabarcable contenido dentro de un pequeño rectángulo de papel blanco, con su propio nombre escrito en él.
O un pedazo de mundo retratado en una instantánea y detenido en sus manos.
Algo que susurrara un cambio, una puerta, una intención, un batir de alas, una bocanada de deseo...
Esperar.
Esperar.




El martes, frente a un vaso de te helado, con el olor de cipreses de fondo, y una suave brisa moviendo con suavidad la ropa tendida en las ventanas, con una sonrisa teñida de silencio y posibilidades, y los ojos llenos de palabras no pronunciadas, me entregó, envueltas en un pequeño pañuelo blanco de seda, las llaves de su buzón.
Después, se alejó calle abajo entre las sombras de los castaños y las alas de pequeñas mariposas blancas.

11 agosto 2013

Como cada mañana,  nos encontramos en el mismo camino, a la misma hora.
La diferencia es que hoy me ha permitido ver brillar el sol sobre sus alas.

08 agosto 2013

Otro agosto

Con cada paso una nueva sinfonía va naciendo.  Con las notas de la alfalfa recién segada, del humo de los rastrojos, de ovejas y corral, de suave miel y chopos, fundiendose con el tenue murmullo de las primeras gotas de lluvia sobre el asfalto, el rastro de mis pies y mi piel.
Caminar.