se esconden a veces versos terribles
y corazones tan desgarrados que es difícil poder darles puntadas para que se mantengan unidos al tejido que les sostiene
y cristales tan transparentes que acaban volviéndose opacos
y secretos tan oscuros, ocultos bajo una masa de árboles inocentes,
que nadie quiere mirar, nadie quiere atreverse a franquear la barrera
que nadie quiere mirar, nadie quiere atreverse a franquear la barrera
porque tan sólo el mirar ya duele,
y el dolor resquebraja los muros que tanto nos ha costado construir y nos deja desnudos frente a la luz
y esa luz a veces es molesta,
porque hace rechinar los engranajes bien engrasados, como una piedrecita que decide pasear por lugares no correctos
Pero en alguna ocasión,
en un instante eterno y apenas perceptible,
un ave cruza ese cielo tapado,
y con ella se elevan
miradas, almas, libertades totalmente erosionadas,
reconfortadas por la caricia efímera
de atraverse a ser presencia.
Y quizá, el sueño de ese vuelo
se quede tatuado en algún muro.
En alguna piel
(Dedicado a mis quince rosas.
Vuestro perfume siempre impregnará mis días
Gracias)