29 octubre 2014

quince rosas





entre paisajes inocuos, anodinos
se esconden a veces versos terribles 
y corazones tan desgarrados que es difícil poder darles puntadas para que se mantengan unidos al tejido que les sostiene

y cristales tan transparentes que acaban volviéndose opacos

y secretos tan oscuros, ocultos bajo una masa de árboles inocentes, 
que nadie quiere mirar, nadie quiere atreverse a franquear la barrera

porque tan sólo el mirar ya duele,
y el dolor resquebraja los muros que tanto nos ha costado construir y nos deja desnudos frente a la luz

y esa luz a veces es molesta,
porque hace rechinar los engranajes bien engrasados, como una piedrecita que decide pasear por lugares no correctos



Pero en alguna ocasión,
en un instante eterno y apenas perceptible,
un ave cruza ese cielo tapado,
y con ella se elevan 
miradas, almas, libertades totalmente erosionadas,
reconfortadas por la caricia efímera
de atraverse a ser presencia.

Y quizá, el sueño de ese vuelo
se quede tatuado en algún muro.
En alguna piel



(Dedicado a mis quince rosas. 
Vuestro perfume siempre impregnará mis días
Gracias)