30 enero 2012

el camino fácil

 




Quizás existan caminos,
más llanos,
más fáciles,
más rectos.

Pero si los transito me perdería
 la belleza de las cumbres,
los ángulos de las piedras,
el musgo en la umbría,
la sorpresa de la siguiente cima.


20 enero 2012

cerrar los ojos





Un descanso,
por fin.

Cerrar los ojos,
y mirar hacia adentro.

Alli donde otras miradas no pueden alcanzar.




17 enero 2012

Las once y veinticuatro

Eran las once y veintitres.
Lo sé, porqué la señora que estaba parada a mi lado en el semaforo, me preguntó la hora.
Me quité los cascos, miré el móvil y se la dije.
"¿Ya podemos cruzar?", me preguntó al ponerse el semáforo en verde.
"Si claro. Ya podemos. ¿La ayudo?".
"No, no. Ya puedo" Contestó la señora mientrás bajaba el bordillo y comenzaba a cruzar al otro lado.
Yo iba caminando al lado suyo, y justo la escuché cuando comenzaba a hablar bajito:
-"Es que, ya casi ni veo. Se nos ha muerto un hijo, y ya..." . Se le quebró la voz. No pude entender el resto de la frase.
La miré.
No supe bien que decir.
Tan solo le rodeé los hombros con mi brazo, musité un "ánimo..." y algo más, que ya no recuerdo.
Tan solo confio en que le llegara el calor de mi abrazo, mientrás se difuminaba entre el rio de gente que cruzaba a esa misma hora, con el semáforo en verde.
Tan solo espero que mi corazón alguna vez me perdone, por la pobreza de un abrazo y unas pocas palabras musitadas en unos segundos, a otro corazón ahogado por el dolor.
Tan solo confio, en que yo me perdone a mi misma, por no ser capaz de encaminar mis pasos detrás de ella, mientrás aun veía la parte de atrás de su cabeza blanca.
Perdonarme por no ser capaz de asumir más dolor sobre mis hombros este dia.
Perdornarme por no compartir, el minuto de las once y veinticuatro, mientrás el semáforo se ponía en rojo.


15 enero 2012

enero



La niebla llega,
 y tiene capacidad para ir dejando trocitos de hielo por donde pasa




Hace frio,
los cristales lloran


 
Pero aun puedes encontrar,
flores blancas en enero


06 enero 2012

dia de reyes

¿Sabes? Hoy me han hecho un regalo indescriptible.
Uno de esos que no esperas, y que precisamente por ello, arraiga con más fuerza en mi corazón.

Un regalo que podría compartir, pero que, como los niños cuando los reciben en este dia, me aferro a él, y me limito a dejar que resuene en mí. Me lo quedo. Por lo menos hoy.

Un regalo especial.
Especial por los ecos que trae, porque llega a través de una ventana, por lo dulce, porque viene de lejos y de muy cerca. Por que no se puede comprar... 

Y especial también, porque me hace revivir en cada centímetro de piel, lo que ha venido siendo una constante en estas fechas, en este viaje que tengo emprendido: el dolor de mucha gente, de tanta gente.
Dolores intensos unos, físicos otros. Dolores disimulados, soterrados, escondidos...apenas perceptibles para el ojo humano, o tan escandalosamente visibles, que nadie quiere verlos.
Dolores que me han ido acompañando de muchas maneras.
Y ante los cuales, lo único que me veo capaz de hacer es, escuchar.
Seguir escuchando.
Escuchar el dolor