29 noviembre 2012

cosechar sonrisas


Escuchaba ayer un programa de radio, en el que Pablo D'Ors, el entrevistado, decía que

"Amar es poner atención".

Tiene un calado muy profundo esta frase.
Porque amar, puede ser muchas cosas. Y tener muchas formas y matices diferentes para cada uno.

Pero poner nuestra atención en otra persona, es todo proceso.
Y estoy convencida de que es un ingrediente insustituible, si pretendemos hablar realmente de amor, en su más amplio sentido de la palabra, por supuesto.
(Te propongo sin más, que te leas la definición de atención que da cualquier diccionario, para ser un poco más consciente de lo que supone esa atención.)

Yo por mi parte puedo contarte, que me gustan los días en que puedo sentir esa atención de alguien dirigida hacia mí.
En una sonrisa,
un gesto,
en sus acciones,
en algo inesperado.

Si se consigue estar atento a esto, se desencadena todo un efecto interno, que como mínimo provoca una respuesta inmediata en forma de sonrisa.


Me gustan esos días
de cosechar sonrisas.
Dejan un cálido sabor.

27 noviembre 2012

letras y palabras


Nubes vestidas de algo indefinido
El olor a frío y viento
corta la piel.

Dentro del libro,
un pluma.
Letras y palabras de silencio
se diluyen en diálogo interno.

En mi mano,
dos hojas:
burdeos y borgoña.

Mi paso, rápido,
sereno, buscador.
Otras, inseguro.

Agua cerca.
Me moldea
y dibuja y esboza
como una fragua.

Llega tu olor desde el bosque.
Estas en casa.

Huelo la nieve
y sigo caminando.



26 noviembre 2012

tiempo para descansar



¿Donde descanso?

     En el convencimiento interno de que
     es lo que tiene que ser.

      Lo que elijo que sea.






24 noviembre 2012

lluvia de palabras




      impermanencia
                           conciencia no-yoica            
 ecuanimidad

              karuna o camino de la compasión  
       
                               aqui,ahora          
                  emociones                   pensamientos
     busqueda                              armonía                                   quietud
                     sabiduría
           zen                         atender
mística                  vacio                            aceptación
              no esperar              sufrimiento
                                                     estar
            sin avidez ,sin aversión

silencio                               meditación





Todas estas gotas, van calando.

Y se deslizan cada dia, entre estas palabras:


 

          "Tu y yo

          somos igual de viejos.

          Ambos solo tenemos el momento presente"








22 noviembre 2012

de noviembre a noviembre


Estoy sentada ante mi escritorio.
Huele a café recien hecho.
Una luz suave parte de la pequeña lámpara que está en la mesilla.
Desde esta silla, contemplo con ternura, el camino de noviembre a noviembre.

Un recorrido pintando de colores intensos y bellos.

En ese trecho, he tenido que archivar documentos que nunca pensé que estarían en el portafolios de mi vida.
He compartido miradas que se convirtieron en ausencias.
He finalizado un viaje. Solo queda, terminar de poner las fotos en el album, y agradecer su presencia, a todos los que salen en ellas.

Hay un mapa dibujado, puesto en la pared, frente a mí,  y en él, he recorrido largas distancias. Y también muy cortas.
Pude compartir, el aprender a pintar las naranjas de palabras y silencios. Y a dejar que la música me alimentase. Eso conforma una fragancia inolvidable.


El largo y cálido verano, dejó una huella profunda. Una brecha abierta que sigo contemplando como parte del paisaje.
Pero también trajo un bálsamo para las heridas, al que recurro cada dia, sabiendo que no se ha de gastar.
 
He disfrutado otra infancias, otra adolescencia, lo mejor de la juventud y lo dorado y lo gris, del final de la vida.

He querido volver a confiar.
Y he descubierto que a mi alrededor, hay muchas manos de mujer. Que acompañan y que  sostienen.

He aprendido a tejer un sueño. Y a dejar que sus hilos me acunen en las noches largas.
Y mientras tanto, sigo confeccionando mi brocado.
Es posible que la lluvia, o el anhelo de tierras verdes, haga que me duela algo dentro, lento en el corazón. Pero he crecido en horizontes y en verdades.

Y también ha crecido, esta pequeña ventana. Eso me permite ver más reflejos del paisaje. Tengo que agradecerte que me ayudaras a agrandarla.


Y si me preguntas "¿has vivido?", podré darte un profundo "sí" .

Porque he amado mucho. Y ese simple hecho, ya da sentido a muchos segundos.
Y también porque he experimentado el dolor.
Y ambas cosas son, autógrafo de vida.
Señales de que me he entregado a ella con rotundidad.




20 noviembre 2012

perlas


Una pequeña perla de sabiduría, proveniente del Libro del Tao, compartida por mi maestro Zen, en una tarde tranquila.



"El sabio no deja huella.  
 Si acaso, la misma que pueda dejar el pájaro en su vuelo"
 



18 noviembre 2012

permanece así



No se si quiero
que sigas desnudándote.

Ese juego de texturas
a mitad de camino
entre tu piel y el suelo,
me permite soñar
con cuadros, no pintados aun.



16 noviembre 2012

opciones


Existen flores
que no desean ser regadas.

Y solo queda,
respirar el lento proceso,
de verlas retraerse sobre sí mismas
para finalmente,
marchitarse.

15 noviembre 2012

opciones




       "Si sigo dando pasos hacia adelante,
                                    desapareceré"



              


02 noviembre 2012


tarea para este mes


Arrojar
botellas con mensaje
a un óceano de inviernos.





01 noviembre 2012

el recurso desesperado de los pobres


¿Conoces la sinfonía nº 3, Op. 36, también conocida como  "Sinfonía de las canciones tristes"[ o "Sinfonía de las lamentaciones"?

Yo la descubrí ayer.
Busqué en internet, y leí que estaba formada por tres movimientos: el primero, un lamento atribuido a la Virgen María; el segundo, un mensaje escrito en la pared de una cárcel durante la Segunda Guerra Mundial; y el tercero, una canción sobre una madre que busca a su hijo, asesinado durante una insurrección.
El tema central de la sinfonía es por tanto, el de la maternidad y la separación de los seres queridos.

Y no supe si reír o llorar, ante el hecho de que me hubiera llegado esta semana.
La misma, en la que me golpea con fuerza, una vez más, lo que está siendo, el recurso desesperado de los pobres.
Tener que asumir, la imposibilidad de encontrar trabajo, de encontrar ayudas suficientes, y ante la situación de desesperación, optar por lo que siempre hace el ser humano en caso de peligro: salvar lo más preciado.
Salvar a sus hijos.
Aunque sea a costa de tener que separarse de ellos, entregándolos a una institución para que se haga cargo.

Y con esta música de fondo, lloro con Esperanza.
Precioso nombre el que te pusieron, y al que  tendrás que agarrarte con fuerza, en espera de que algo suceda que pueda hacerte más fácil la vida.

Y lloro con y por sus tres hijos.
Pero sobretodo por los dos pequeñines.
La esencia de la vida vibrando en sus ojos, llenos de esa inteligencia de los que tienen que aprender muy pronto, que no hay almohadones a su alrededor, y que el más fácil sobrevivir si aprendes pronto.
Mis dos "pequeñas lagartijas", fruto de un mismo año.
Tú, mi pequeña, tan solo once meses mayor y parecías una pequeña madre. Siempre atenta a él, protegiéndole, cuidándole.
Me encantaba escucharte explicandome historias infinitas, que con tu imaginación desbordante ibas creando de la nada, y a las que acompañabas con tus gestos de viejecilla. Tu hermano te escuchaba y las iba coreandolas, con su lengua de trapo.

Las sonrisas siempre amplias, y los brazos abiertos, con una alegría que se desbordaba cada vez que iba a buscaros.
Y yo, sin cansarme de pronunciar vuestro nombre, porque siempre sabíais como meteros en líos, siempre teníais preguntas, siempre reclamabais la atención.

Y ahora, ni tan siquiera he podido despedirme.
Miraros aunque fuera de lejos, para guardar vuestra imagen en mi retina.
Para desearos al menos, aunque fuera un voz baja, un feliz camino.

Solo puedo dedicaros estas líneas, encender una pequeña vela en vuestro nombre y en el de vuestro hermano, con el que ni siquiera estaréis, y poneros en mi corazón, junto a aquel compañero, que marchó hace unas semanas, y con quien si compartiréis hogar.

Quizás si os imagino jugando juntos, pueda sonreir.