11 enero 2013
lo pequeño, lo callado, lo invisible
El mensaje de un viejo lobo, que sigue recorriendo bosques por latitudes del sur.
La cercanía de su aullido callado y cálido.
El saber de ambos, que las huellas de nuestras pisadas, siempre tendrán sabor a los cuentos y leyendas compartidos. A la tierra de los mismos caminos.
Un correo en el ordenador.
Ese sobresalto en el corazón, de querer que quien llama a la puerta, sea ese alguien que no quieres reconocer que esperas.
La visión fugaz de alguien guardado en el corazón, a quien los kilómetros han llevado lejos. Muy, muy lejos.
Un sobre marrón.
Pequeño, acolchado, suave...
Capas blancas que acogen y guardan.
Su tesoro más preciado: el tiempo.
Tiempo de delicada dedicación.
De atenta atención volcada.
Instrucciones para construir alas. Y dos pequeños latidos que son motores.
Un gesto.
El de alguien a quien no puedo poner cara, pero sí cariño.
El de alguien que en la lejanía, se hace eco de mi voz, y me propaga.
Me lleva más allá de mis fronteras, con generosidad y silencio.
Me multiplica.
Acoger en mi interior cada una de estas pequeñas señales en mi mapa.
Disfrutar de este momento de agradecimiento.
Y del reconocimiento de lo que son.
La importancia de lo pequeño, de lo callado, a veces de lo invisible.