25 enero 2013
madera y musgo
Camino a tu lado.
El sol de frente nos hace entrecerrar los ojos.
No sé donde está tu mirada.
En algunas ocasiones me resultas oscuro.
Las tinieblas visten ciertas estancias
en las que no quieres que penetre la luz.
No importa.
Me gusta pensar,
que quizás es el mismo aire
el que penetra en nuestros pulmones.
Soy mi propia cotidianidad.
De ella me alimento.
Tu solo eres lo extraordinario.
Llegas desde ese punto al que no puedo acceder.
Como esas pequeñas aves
que consienten a que mi mirada se pose en ellas,
cuando camino junto al agua.
Estaría bien descansar un poco
en algún claro de este bosque.
Siento la certeza profunda
del acallar, del aquietar, como horizonte.
Y a la vez, necesito expresar el silencio.
Gritarlo para que no se rompa.
Me gustaría que cuando caminamos
me cogieses de la mano.
Sobretodo cuando huele a madera y musgo.