31 diciembre 2013

un brindis para agradecer

Una noche más. Tan sólo, una más.
Iba a escribirte. Pero estando tan lejos, seguramente no llegaría la carta

En una noche así, en esta calma, me gusta pararme y contemplar todo aquello que ha ido girando en mi pequeño mundo.
Escuchar los rostros nuevos que he podido descubrir en este año.
Los aromas a tierras nuevas nunca antes pisadas.
La riqueza de las experiencias y de lo aprendido.
Seguir saboreando esa sensación de hambre y de alimento. De querer más.

Acariciar el recuerdo de los que se fueron. Y el sosiego que  me produce, haberme podido despedir de alguno de ellos.
Apreciar la calidez de aquellos que se quedan formando parte del laberinto de mi interior.
Agradecer los reencuentros. Y el calor generado que alimenta ahora los noches de mi invierno.
Y las ilusiones compartidas. O simplemente, las capacidad de crearlas. Su poder, la fuerza regeneradora que proporcionan.

Las historias nuevas. Y los capítulos nuevos en viejas historias.
También algunos paisajes desolados y mucha belleza continua alimentando algo que me constituye y me permite seguir naciendo. Algo que es difícil describir.

Hubo también un abrazo. Uno en el que me perdí, y pude volver a encontrarme. Germen de un nuevo camino.
El mapa de mis propios silencios sigue creciendo. Y quiero pensar que pequeñas gotas de sabiduría van perlando algunas de sus fronteras.

Hay gente a borbotones, brotando dentro de mí. Tantos rostros, manos, y huellas, que puedo decir que estoy poblada.


Con todo esto...brindaremos juntos.
Para que los sueños encuentren su materia prima.
Y para que las lágrimas y las sonrisas surquen libres el rostro.
Y también, porque no, para tener el valor de descubrir quien somos...y atrevernos a serlo.