26 abril 2017

tu espera

Sé que me esperas.
Oigo tu llamar suave en mi ventana.

Pasan los días y yo con ellos, anhelando esa poesía que no llega.
Busco los sonidos que en otros tiempos te alimentaban, me alimentaban, y no están.
Y lo cierto es que no merecemos palabras vanas ni huecas. Eso no.

La poesía se transformó en prosa, y a ésta parece que se la va llevando algún peso, no sé si ajeno o propio, que no termino de reconocer.
Y sigo sintiendo un latido fuerte dentro. Pero no consigue nacer con la palabra. 
Quizá es que lo que necesita contarse ya no tenga tanta intensidad. Quizá con los días, lo que parece importante se vaya diluyendo, para concentrarse en abrazar con fuerza al ser humano, a la vida, a lo real. 
Quizá es que las certezas son cada vez menos, pero más poderosas. Las suficientes como para construir una pequeña isla interior donde mirar horizontes y aguantar los envites de las olas.

O quizá es esa sensación de distancia, de no pertenecer a esos mundos que predominan y lastran y difuminan, lo que me hace arrojarme a mares de soledades y silencios, bendecidos y bienamados porque traen de la mano la esencia de lo imprescindible.

No lo sé.
Pero no soy capaz de abrir la ventana y dejar que las palabras te lleguen, me lleguen.
Sólo puedo entreabrirla y confiar en que sepas que estoy ahí. Y que sientas mi respiración tras los cristales, y mi mirada puesta en lo que lo late con fuerza.