Parece que me toca vivir una etapa de sabores encontrados, enfrentados.
He estado en Barcelona. Y me he sentido un poco péndulo.
En un extremo, he podido disfrutar de la grandiosidad del hombre, cuando crea y es capaz además, de romper moldes, barreras, canones... Cuando se entrega a su obra y sobrepasa sus propios límites, y se deja invadir por ese espiritu que es capaz de llevarle más allá de sí mismo, derramandose en aquello en lo que cree.
Al otro lado del péndulo, el escalofrio que me recorre entera al observar el trabajo fotográfico de personas que han podido ser testigos de la parte obscura e impenetable del hombre, de esa parte capaz de los peores horrores, de la barbarie, cuando se deja invadir por algo que intuyo, todos llevamos dentro en alguna medida. Pero a algunos, les absorbe, les posee, les impide ser humanos.
A un lado y a otro.
Lo mejor y lo peor.
¿Cual es la verdad del hombre?