Duerme cerca
por favor,
duerme cerca.
No te alejes mucho,
quedate,
en ese rincón tranquilo
desde el que sientas
su respiración fluir,
y su cuerpo,
descansar en calma.
Vigila su sueño
en este entretiempo,
de disipar nieblas,
de curar la piel,
de filtrar el alma.
Vigila y ahuyenta,
sus pesadillas tibias,
la caricia sutil pero certera,
el miedo vencedor en la mañana,
el temor que cruje,
la libertad quebrada.
Vigila su sueño
y que al despertar
lo primero que encuentre sea,
su reflejo en el fondo
de unos ojos verdes
que le cuenten,
que ya está,
que encontró la tierra firme,
que está salvada.
Y las amarras sueltas.
E.S.