22 julio 2012

mariposas en el metro


Ví una mariposa blanca en el metro.
Pensé en que haría algo tan frágil y etéreo, perdido en medio de un rio de gente.

Hasta que miré bien.

Lo pérdido y frágil, eran las personas que formaban ese rio humano.
Y las historias que arrastraban cada una de ellas.


dos miradas

Los asientos del metro estan ocupados.
El cansancio de la gente ocupa el aire.

Ojos cerrados que rozan el sueño antes de llegar a su estación de destino.


Cuatro asientos.
A un lado, él agarrado a la barra, mira su móvil, y juega.
A otro, ella, agarrada a la barra, mira su mp3 y escucha música.

Parada del metro.
Y un asiento queda libre.

En ese momento, movimiento previsible.
Él rápidamente se dirige al asiento.
Ella rápidamente hace lo mismo.

Dan dos pasos...y en ese mismo instante son conscientes, el uno del otro.

Él inclina la cabeza y la hace un gesto a ella para que se siente.
Ella, declina con un gesto, y en silencio, le cede a él, el asiento.

Él se vuelve a agarrar a la barra.
Ella, retrocede al mismo lugar que estaba.

Se miran.
Y vuelven a desviar la mirada.

El asiento queda libre.

Estoy cansada.
Pero no soy capaz de ocuparlo.

voz humana

Es un chico jóven.
Extranjero.

Tiene ensayado su discurso.

Rodeado de disculpas, va lanzando al aire, palabras que intentan dibujar su realidad, la de su hija, la falta de trabajo, la necesidad...

Como tantos otros que cada dia, suben a los vagones y desgranan sus historias, como medio de subsistencia.

Pero no se porqué, a él le creo.

invierno en un vagón

Me siento.
Es el principio de línea y quedan lugares.

El vagón se va llenando poco a poco.

Me golpea con fuerza una sensación extraña.
Siento de alguna forma, las historias de cada uno de los que alli estan.


Me traspasa la tristeza de tantas miradas, el cansancio en tantos hombros y rostros, el sueño acumulado...

Y el silencio.
Un silencio extraño y pesado, en un lugar tan pequeño y tan lleno de gente.

Busco alguna sonrisa, algun gesto amable...
Pero en este viaje no consigo encontrarlo.


Salgo a la calle, anhelando la caricia del sol, a pesar de que es agosto.


 

un pequeño viajero

Vuelvo a casa.
Al bajar del vagón, me dirijo a las escaleras mecánicas.
En el hueco que se forma entre ellas, veo un pequeño gorrión.
Lo había escuchado ese misma tarde, pero no conseguí verlo.

Intenta volar y no consigue salir del hueco.
Intento cogerlo y no consigo llegar hasta él, sin que me lleven las escaleras hacia arriba.

Se acerca finalmente un agente de seguridad del metro, que puede atraparlo.

Me hubiera gustado ser yo, la que lo hubiera puesto finalmente en lugar seguro y libre.
Pero no pudo ser.

En cualquier caso, la sonrisa y la ilusión del hombre que lo llevaba entre sus manos me dió tranquilidad.