Mucho calor.
Hoy me toca limpiar un jardín, que no hemos podido cuidar desde el año pasado.
Arrancar malas hierbas.
Quitar todo lo seco.
Cortar las ramas de parra, que han invadido los balcones.
Y a la par... encender fuego.
Y así, ir quemando, las ramas secas del rosal podado, los restos de plantas y flores muertas, todo lo inservible tras un invierno y una primavera sin agua.
Iba a ponerme música.
Pero me he dado cuenta de que el propio sonido del fuego, era la mejor banda sonora que podía escuchar.
El crepitar de las ramas secas.
La limpieza radical y profunda que consigue dejar una tierra preparada para sembrar.
Una pieza musical compuesta de sudor, tierra, fuego, agua...y entonada una y mil veces por el ser humano.