09 octubre 2012

solo por esta noche, deja que te cante bajito

¿Ya son las 12?.
¡Por fin has llegado!
Sientate.
O mejor aún, dejame que te de un abrazo.
Tenía ganas de verte, y sentirte así, cercano y cálido, como cada vez.

Puedes descansar ahí, en tu lugar preferido, desde el que te gusta contemplar los atardeceres y las tormentas de verano.
¿Te apetece tomar algo caliente?
La noche está fresca. El viento de otoño, acerca ya las montañas hasta aqui.
Voy a preparar un café. O si lo prefieres, aún me queda un poco de ese té moruno que huele tan bien.

¿Como te ha ido el viaje?
¡Cuentame cosas!. Hace mucho que no tenemos ocasión de compartir una charla tranquila.


¿El mapa?
Lo he dejado junto a las flores, sobre la mesa de madera que tanto te gusta.
Me apetecía mucho que llegara este espacio, este instante, de poder sentarme contigo, con tiempo por delante, y poder contemplarlo.
Nuestro pequeño mapa.
El que muestra el recorrido de ese viaje, que venimos haciendo cada vez que podemos.
¿Recuerdas como este invierno, estuvimos a punto de no poder hacerlo? Las heladas nos dejaron casi incomunicados, y el hielo del rio, estaba tan frágil que era muy dificil caminar sobre él. Solo la paciencia y la extrema delicadeza nos permitieron tener un buen final en esa ocasión.
Luego, con los brotes de una primavera tibia, se fue despejando de nuevo el camino.

Y ahora, aqui estamos.
Frente al fuego, saboreando el café, y este pastel tan delicioso que has hecho, y viendo de nuevo fotografias del viaje, recordando años y años, de ese trayecto.
De ese ir y venir por el rio, escuchando el latido del agua clara en las orillas.
Tú, siempre has conseguido reconocer mejor, ese tintineo del agua al brotar del manantial. ¡Te resultaba tan fácil encontrarlo!
Y yo, he sido siempre, la que caminaba por el bosque, buscando ese sonido del agua, que me indicara, donde parar a beber, y a descansar un poco en la hierba. O a contemplar el horizonte.

Tienes razón.
Ojala que podamos seguir compartiendo estos viajes, aunque las arrugas creen un mapa nuevo alrededor de nuestros ojos y a nuestros pies les cueste recordar, esos caminos ya desgastados de tanto transitarlos.

Pero por el momento, disfrutemos de lo que tenemos.
Voy a sacar un par de vasos. Seguro que te apetece un poco de ese whisky tan especial. No he vuelto a abrirlo desde la última vez que estuviste aqui. Además, tenemos muchas cosas por las que brindar.

No, no importa que mañana tengas que madrugar. No te vayas todavía.
Espera a que surjan brillantes las primeras ascuas en el cielo de la chimenea.

Y mientrás tanto, deja que el tiempo pase lento.
No tengas prisa.

Y solo por esta noche, deja que te cante bajito.
Deja que la música nos duerma, mientrás escuchamos crepitar la lluvia sobre el tejado.