10 mayo 2013

la profundidad de las huellas que no vemos

¿Sabes?
Me gustaría saber que hace el cuerpo con todo aquello que no ha podido sacar fuera de él, que no ha conseguido brotar, que necesitaba traspasar las barreras de la piel pero no llega a ver la luz.
¿Realmente tiene capacidad de reabsorberlo?
¿Queda en el interior, latiendo despacio, hasta que se va apagando poco a poco?
¿O estará latente, agazapado, dispuesto a brotar en cuanto tenga ocasión de ello?

La risa rota.
El beso apagado en los propios labios.
El llanto retenido en un pozo interno durante años.
El deseo sin otra piel que lo escuche.
La pronunciación de un rostro amado.
Los sueños consumidos.

De lo que estoy convencida es de que todo lo que queda dentro,
lo que cae,
lo que se posa,
lo que espera,
acaba dejando una huella.

Quizás, más profunda de lo que creemos.