29 mayo 2013

la respiración de la Tierra

Aires del sur que me acercan sones de vida y amores,
y de capas ocultas
y de rasgueos de guitarras que no se rinden.

Vientos del norte que traen el grito de la añoranza y de los lastres,
y de los marineros que quedan en los puertos llorando barcos.
Sin ser capaces de volar.

La tramontana calla, y a veces cuesta respirar tanto silencio.

Y el viento de poniente siempre es cálido,
recorre bosques y recoge huellas profundas de vida y luna.

Desde el oeste,
en alas de primavera y lluvia, a través de la estepa y la ternura,
sopla la caricia de lo cotidiano,
de lo que es, sin búsqueda o necesidades.
Plumas de confianza e intimidad.

De allende los mares, a lomos de olas valientes,
el viento trae historias de mujeres que se atreven a mirar,
a ver hondo y escuchar lo difícil,
a desnudarse ante su historia y ante lo imposible.

Y de aquellas tierras de hielo
llega el susurro de algún copo blanco posándose en lo blanco de un flor recién abierta,
luchando por encontrar el pulso de la primavera brotando dentro,
luchando por captar su fuerza.

Y aquí...
aquí el cierzo habla de la fuerza de las búsquedas y de las decepciones,
y de semillas nuevas que brotaron sin saber nadie que lo hacían.

El empuje de los vientos reunidos todos en un fugaz momento.
Vientos que no dejan de ser, los pequeños movimientos de respiración de la Tierra, que se sigue empeñando en recordar a mi piel desnuda,
que amar en la distancia, me enraiza en ella.
Que amar en la distancia, me da sentido.