Dos mujeres corriendo con lobos.
Poseen un lenguaje que habla de las huellas de los caminos transitados.
Y pueden aullar a la luna compartida.
Dos soledades no se hacen compañía.
Tan solo pueden buscar un consuelo que no llegará.
A veces los milagros existen.
Una diminuta libélula verde, se poso anoche en mi dedo, en la cocina, justo antes de irme a dormir.
Sus alas iridiscentes bajo la luz fría, mi respiración contenida...
esos segundos eran tan frágiles y sutiles, que podían ser un sueño.
Más su vuelo ante las estrellas cuando la llevé al exterior, era tangible y tan real como la noche.
Ojala llegue pronto la lluvia.
Quizá ella tenga poder para enfocar, consolar y dar consistencia a los sueños.